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El axolote (Ambystoma mexicanum) es un organismo que sólo habita en la Ciudad de México y que, por su belleza, importancia en el ecosistema y trascendencia histórica bien podría ser considerado como emblema y motivo de orgullo.

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Este sonriente animalito con branquias que parecen un penacho ha sido distinguido a través del tiempo por pintores, escritores e investigadores, pero actualmente ha pasado de ser una deidad prehispánica que mantenía una simbiosis considerablemente productiva con el hombre a una mascota que muchos aficionados quisieran tener.

 

Cabe señalar que en ocasiones suele llegar a manos de quienes desconocen qué tipo de animales, pero se sienten atraídos por su magia y adquieren el compromiso responsable de investigar cómo mantenerlo adecuadamente.

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El axolote aparece ligado a los más antiguos mitos mexicas. Su nombre en nahúatl (axólotl) quiere decir “xólotl de agua” y se ha traducido como “juguete de agua”, “monstruo acuático”, “gemelo de agua” o “perro de agua”. Es evidente que hace referencia al dios Xólotl, una especie de Caín heroico de los nahuas que es el hermano gemelo de Quetzalcóatl o, para ser preciso, su doble. Mientras Quetzalcóatl es el “gemelo precioso”, Xólotl es monstruoso y deforme.

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RECUERDA!!! El axolote originario de los canales de Xochimilco es de color obscuro. El axolote leucístico (rosa con ojos negros) y albino  (color dorado claro) son el resultado de la expresión de un gen recesivo presente tanto en la madre como el padre y ha sido utilizado para fines de investigación y acuarismo de exhibición, este último por ser más atractivo y carismático.

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